Las “burguer meat” jamás serán iguales que una hamburguesa
La tecnología ha abarcado cuanto hay en nuestro mundo desde las telecomunicaciones hasta la salud y, por supuesto, no se podía quedar fuera la alimentación. Si bien es cierto que cada día comemos comida “más segura”, también es verdad que comemos más procesado con la inclusión de procedimientos, químicos y aditivos que aseguran a las grandes industrias alimentarias, librarse de riesgos por infecciones tóxicas que los puedan hacer caer en bancarrota.
Basta con mirar en la sección “ingredientes” del envasado y notaremos algo llamado “liquido de gobierno”, compuesto por aditivos que mejoran la vida útil de los alimentos, bajo tratamientos térmicos que extienden su vida útil incluso por meses. Tal es el caso de los lácteos, que hace un par de décadas no duraban más de 3-4 días y hoy llegan a durar semanas, incluso meses.
Con la carne sucede exactamente lo mismo. Durante el 2015 la Organización Mundial de la Salud fue “Trending Topic” en los noticieros, cuando anunció oficialmente que encontraron evidencias que relacionaban el consumo habitual de carne procesada con la aparición de cáncer. En esta extensiva lista de “carne procesada”, la OMS incluía subproductos cárnicos provenientes de cerdos blancos, como embutidos estilo chorizo, mortadela o carnes picadas estilo hamburguesas (justo donde encontramos las “Burger Meat”).
Pero ¿qué son exactamente las “Burguer Meat”?
Estos productos son derivados cárnicos no sometidos a tratamiento, elaboradas con carne fresca picada a la que se adicionan cereales y hortalizas, además de aditivos como azúcares, fosfatos, sulfitos o especias. Basta con ir al super, abrir la nevera y ahí estarán esperándonos.
¿Y cuál es su diferencia con las hamburguesas tradicionales?
La principal cualidad distintiva entre las “Burger Meat” y las hamburguesas es que estas últimas las preparamos nosotros mismos y por tanto sabemos exactamente qué contienen. Caso contrario sucede con las procesadas, que pueden contener alérgenos o compuestos indeseados, poco saludables.
Además, se aprecia claramente un color pálido y una textura más compacta en estos procesados, versus las grandiosas hamburguesas “Hechas en casa”.
Al final, el secreto no está en dejar de comer productos procesados en su totalidad, pues hay que reconocer que muchas veces son una solución práctica y rápida. Lo importante es ser un poco más conscientes de lo que consumimos y comer más “hecho en casa”.
Para aseverar, la Organización de Consumidores y Usuarios detectó alta dosis de aditivos y otros tipos de carne no legislados en este tipo de hamburguesas. El estudio determinó que existía una higiene alimentaria deficiente , una adición excesiva de sulfitos (que es un aditivo, muchas veces alérgeno) y un mayor porcentaje de grasa de lo legislado. De todas las marcas estudiadas (22), sólo 5 estaban en normativa.